lunes, 27 de julio de 2009

Patrizia decía la verdad

El País, 21 de julio de 2009


Patrizia decía la verdad

Patrizia D'Addario no mentía. La prostituta, de 42 años, afirmó que había visitado dos veces al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, en su residencia del palacio Grazioli y que había entregado las cintas que prueban dichos encuentros a la fiscalía. Ahora, la revista L'Espresso las ha publicado.

Tras la primera cita, una cena en octubre de 2008 en la que había otras 20 chicas, D'Addario no se quedó por la noche. No tenía intención de participar en una orgía.

En la segunda visita, el 4 de noviembre, se quedó a pasar la velada con Berlusconi. Las cinco grabaciones que publica L'Espresso relatan la sucesión de los hechos. En la primera, D'Addario se está acercando al palacio Grazioli en coche. En la segunda se oye a Berlusconi saludar a las chicas ("Ah, qué monas, felicidades", dice).

Acabada la cena, Berlusconi se queda a solas con la prostituta, le muestra un catálogo de joyas y habla con ella.

-Yo me doy una ducha y ¿luego me esperas en la camaza si terminas primero tú?

-¿Qué camaza? ¿La de Putin?

-Sí, la de Putin.

Acabada la noche, D'Addario vuelve al hotel romano donde se alojaba y graba una conversación telefónica con Gianpaolo Tarantini, el empresario amigo de Berlusconi que la contrató. Le explica que no ha recibido el dinero.

-No hemos pegado ojo esta noche. ¿Y el sobre, qué? Barbara [Montereale, una velina] me ha dicho, en cuanto he llegado, si he visto el sobre, 5.000 euros. Le he dicho que no, que yo no he cogido nada.

Luego, D'Addario explica que Berlusconi ha prometido interesarse por el complejo residencial que ella quiere construir en Bari. Y le dice a Tarantini:

-Y después me ha dicho que quiere volver a verme con una amiga, porque, a dos... Ha dicho que tiene una amiga y que quiere hacerme chupar por ella. Te lo juro, eso me ha dicho.

En la última grabación, Berlusconi llama a D'Addario.

-He trabajado mucho. Esta mañana he ido a inaugurar una exposición, y he hecho un bellísimo discurso, con aplausos, y no parecía cansado.

-Como yo, de hecho. Yo no tengo sueño y no he dormido, sólo he perdido la voz.

-¿Y eso? Si no gritamos...

-Tampoco he gritado; quién sabe por qué perdí la voz (...) me he duchado diez veces con agua helada porque tenía calor.

jueves, 23 de julio de 2009

Italia: con una buena siesta se pasa todo

El País, 10 de julio de 2009


Italia: con una buena siesta se pasa todo

Cualquiera que ame Italia y disfrute del singular privilegio de no estar involucrado directamente en uno de sus mil juegos de poder, se ve obligado a asistir a una enfermedad gravísima. Es la democracia misma, la más hermosa expresión de Italia desde la unidad del país, la que va siendo mellada mientras repetidas infiltraciones de cortisona inhiben la visibilidad de la devastación de sus rasgos. La carcoma que está corroyendo Italia es el berlusconismo.

Lo que en realidad tiene más importancia no es si el actual presidente del Gobierno frecuenta chicas menores de edad como Noemi, o prostitutas por la noche y prelados durante el día, sino el hecho de que haya muchísimos italianos que lo desconocen. Hace aproximadamente dos meses y medio que una parte de Italia está al corriente de las amistades nocturnas y juerguistas del Cavaliere y que de ello se ocupa la prensa internacional, pero son muchos los que nada saben y quienes, por lo tanto, no pueden valorarlo. Si uno pasea por una capital de provincias cualquiera, no tarda en percatarse de que las costumbres del presidente del Gobierno no sólo no son conocidas, sino que, una vez explicadas, no resultan creídas. Los argumentos son de este tipo: "Una persona como él ¡cómo va a irse de putas!". La provincia italiana, sin embargo, sigue sana cuando afirma indignada que: "¡Irse de putas es algo inmoral!", e, invitada a informarse en Internet, promete: "¡Lo haré, no le quepa duda!".

Quienes responden así son los jóvenes de la fiebre del sábado noche, que trabajan como obreros, artesanos o aprendices: las nuevas generaciones que pueden vivir sin información cotidiana o que, como mucho, se nutren del Telediario de la primera cadena de la RAI. Y es aquí donde el problema democrático enlaza con el conflicto de intereses que ve a Berlusconi como propietario directo de tres redes televisivas nacionales (Canale 5, Rete 4 e Italia 1), a las que hay que añadir otras dos públicas bajo su influencia gubernativa (RAI 1 y RAI 2), así como el influjo que la presidencia del Gobierno puede desplegar sobre otras redes privadas en virtud del régimen de concesiones públicas (La 7). También la invitación dirigida a los empresarios para que se abstengan de contratar publicidad con el diario que más insiste en la indagación sobre las fiestas berlusconianas (La Repubblica) posee vigor porque proviene del presidente del Gobierno.

Por otro lado, entre los italianos que "saben", un porcentaje no menor considera que las amistades del presidente del Gobierno son un asunto privado, es decir, no merecedor de tanta insistencia publicitaria, y no particularmente reprochable. Son aquellos que recuerdan que en las instituciones han sido elegidos gays embarazosos, estrellas del porno públicamente ligeras de ropa y transexuales que dudan ante la puerta del baño. Son esos que dicen sentirse orgullosos de un presidente con tanta testosterona.

Algunos detalles, históricos incluso, de esos precedentes ni se les pasan por la cabeza y se consuelan con el criterio de lo menos malo.

El conjunto de estas dos categorías de italianos, entre quienes no saben y quienes se consuelan, constituye la mayoría y permite a Silvio Berlusconi responder a preguntas sobre sus costumbres que él es así y que los italianos lo valoran positivamente en un 61%. Pero esa mayoría no se percata de haber contraído la metástasis de la corrupción.

Es esa corrupción de la permisividad total que desde la esfera pública anega la esfera privada, permitiendo que cónyuges infieles se toleren sin que se llegue nunca a clarificación alguna, y haya tantos hijos desorientados sin que nadie se pregunte nunca por las razones de su insatisfacción. Es esa corrupción que se difunde con la impaciencia ante las reglas; con la violación constante de los límites de velocidad y de los derechos de los peatones, vistos definitivamente como meros bolos que derribar; que admite el aparcamiento en doble fila o sobre las aceras. Es esa corrupción que niega a los tutores y a los docentes la autoridad del Estado porque las instituciones universitarias y hospitalarias exhiben en sus nombramientos un clientelismo más allá de toda decencia. Es esa corrupción que se complace en la evasión fiscal y vende su propio voto electoral; que construye abusivamente confiando en una condonación que antes o después llegará. ¡Si aprueban el escudo fiscal para los ricos, cómo no van a aprobar la condonación para dos ladrillitos en la playa!

De mentira en mentira, las patrañas de Estado se extienden en cualquier frente, sin consideración alguna hacia todo lo que no sea el poder como fin en sí mismo y el propio interés. El rechazo de los africanos tiene lugar sin una mínima selección de quien pueda optar al derecho de asilo, suscitando la alarma internacional: ¿qué más da? Hay elecciones y la Liga Norte debe reivindicar su propia banderita sobre la piel de los más pobres del mundo. Y, en su estela, el Cavaliere se queja de que Milán se ha vuelto una ciudad africana. Después, al día siguiente, va a estrechar la mano a Obama. ¿Qué podía esperarse más allá de un café?

La corrupción de las costumbres vuelve desde la esfera privada a la pública y apenas da tiempo a que se atenúe la presión de la prensa sobre el Noemigate cuando otros escándalos se proponen a la atención pública. Berlusconi ha sido acusado de haber pagado el falso testimonio del abogado inglés David Mills en un proceso sobre dinero negro que parece conducir a quien fue elegido por tercera vez como presidente del Gobierno en abril de 2008. Lo primero que hace el Parlamento de los designados por los partidos (no de los elegidos por el pueblo) es votar con fulminante rapidez una ley que deja indemne el presidente del Gobierno ante procesos penales en curso: la ley pasa a la historia come Laudo Alfano por el nombre del ministro de justicia que la ha propuesto. El proceso Mills se divide en dos ramas: la que atañe a Mills ha concluido hace poco con la condena del abogado; la que atañe a Berlusconi se interrumpe con la remisión del Laudo Alfano al Tribunal Constitucional, que ya anuló un procedimiento análogo, el Lodo Schifani, hace pocos años. La Corte establece la discusión de la constitucionalidad del Lodo Alfano para el próximo mes de octubre. Entretanto, dos de los 15 jueces de la Corte se reúnen para cenar a mediados de mayo con el ministro Alfano y el presidente Berlusconi en casa de uno de esos magistrados. Estalla el escándalo debido a la inoportunidad de que quien es juzgado se siente a la mesa con su juez, pero este último, con toda razón, evoca la misma justificación esgrimida por Berlusconi sobre sus fiestas: "En mi casa yo hago lo que quiero". Casi como si la dignidad institucional fuera un uniforme de trabajo.

El caso es que no se ve, en la oposición, a nadie que pueda remontar la ladera. El Partido Democrático nació bajo una pésima estrella: la unión de católicos y de la izquierda para lo único que ha servido es para llevar la cabellera de esta última a la otra orilla del Tíber (el Vaticano). Cualquier problemática en el ámbito de los derechos civiles y morales queda oscurecida ante la imposibilidad de guardar coherencia entre la obediencia clerical y la laicidad social, con lo que acaba por diluirse en la desorganización y en el silencio un patrimonio de firmeza ética que había sido elevado a emblema y orgullo. Quienes han dilapidado de esa manera tal patrimonio han perdido toda credibilidad ante los ojos de los viejos simpatizantes y la izquierda vuelve a verse tan carente de liderazgo que se ve obligada a recurrir, no sin pendencias, al recambio generacional. Tampoco el justicialismo popular al estilo de Di Pietro da señales de ser un sustituto equilibrado de esas virtudes.

El presidente de la República solicitó una tregua para el G-8. Es difícil pensar en una invitación dirigida a la prensa. No es del estilo de Napolitano. Más fácil es suponer que haya querido evitar otro error de la magistratura como el del 1994, cuando en pleno G-7 contra la criminalidad le llegó al Cavaliere el aviso de inculpación por corrupción enviada por "Manos limpias".

Un cambio profundo sólo podrá llevarse a cabo recuperando los puntos cardinales de la democracia. Antes que nada, la información. Bajo el lema de "conocer para poder discutir". En caso contrario, el sueño de las conciencias nos hará cantar como Enzo Jannacci hace ya algunos años: "Y hay quien dice... con una buena siesta todo se te pasa, hasta el cáncer".

P. D.: Rigoletto: El libertino duque de Mantua (Berlusconi) atenta contra la virtud de Gilda (Italia), hija de Rigoletto (los italianos), con la complicidad de los cortesanos, a quienes Rigoletto se dirige con la conocida aria Cortigiani, vil razza dannata... La cosa acaba con Gilda que muere entre los brazos de Rigoletto al haberse sacrificado para permitir que el duque de Mantua, de quien se ha enamorado, sobreviva al atentado organizado por el propio Rigoletto.

miércoles, 22 de julio de 2009

Berlusconi cae en las encuestas tras dos meses de escándalos

El Periódico, 22 de julio de 2009


Berlusconi cae en las encuestas tras dos meses de escándalos

Silvio y Patrizia. No es el título de una película, sino el de la nueva entrega de conversaciones grabadas entre el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi y Patrizia D’Addario, prostituta de lujo. El semanario L’Espresso la colgó ayer en su versión digital, coincidiendo con la divulgación del primer sondeo desfavorable para Berlusconi, quien en dos meses de revelaciones picantes sobre su vida privada ha perdido cuatro puntos de confianza. Su popularidad se sitúa en un 49%, después de haber bajado lentamente desde el 62% que tenía en octubre del 2008, porcentaje del que ningún otro primer ministro había disfrutado antes.
Es la primera vez que la popularidad de Berlusconi cae por debajo del 50% desde que recuperó el poder, en mayo del 2008. Y es que los escándalos que ha ido encandenando en los dos últimos meses le han pasado factura. A las revelaciones sobre su supuesta relación con la joven Noemi Letizia y la petición de divorcio de su esposa, Veronica Lario, siguió la polémica de las fiestas en su villa de Cerdeña con amigos y modelos ligeras de ropa. Finalmente se supo de las cenas en su casa de Roma con prostitutas de lujo.

CASTIGO AL PARTIDO / De acuerdo con un sondeo de Ipr Marketing, entre cuyos clientes regulares figura el diario La Repubblica, los escándalos perjudican también al partido Pueblo de la Libertad (PDL), liderado por el primer ministro, que pasa del 50% al 46%.
El último capítulo del culebrón Berlusconi lo escribió L’Espresso, con la divulgación de nuevas grabaciones de las conversaciones entre Berlusconi, D’Addario y el empresario Giampaolo Tarantini, intermediario y buscador de mujeres para Berlusconi. Una de las conversaciones tuvo lugar inmediatamente antes de que la prostituta entrase por primera vez en la casa romana del primer ministro. «Mil [euros] ya te los he dado… luego si te quedas con él…el regalo te lo hará solo él…Ah! Ten en cuenta que no usa profiláctico…». La joven se sorprende y responde que «sin preservativo no se hace nada». «¿Cómo puedo fiarme?», pregunta. «¡Pero, si es Berlusconi!», responde el industrial, quien como garantía le añade: «¿Sabes cuántas analíticas se hace?». La prostituta razona que sí, que para las mujeres «es incluso más bonito».
Otra de las conversaciones tiene lugar por la mañana, en casa de Berlusconi, después de que, supuestamente, él y D’Addario se hayan levantado de la cama. Barak Obama acababa de ser elegido presidente durante la noche y Berlusconi ha tenido que interrumpir el encuentro para redactar una declaración oficial. «Al principio me has provocado un dolor de locura», dice ella. «No es verdad», responde el político, que acto seguido le pide por su apellido, a lo que ella saca una tarjeta de visita y él lee el nombre en voz alta.

EL G-8 / Otras conversaciones curiosas, grabadas en octubre pasado, son aquellas en las que Berlusconi explica a la prostituta el G-8 y el papel que tendrá como primer ministro. «A partir del primero de enero seré el responsable del organismo internacional que gobernará la economía del mundo. Se llama G-8, luego habrá el G-14, luego el G-16… Tendré que ir a todos estos países y durante un año tendré que poner en marcha la gestión de la economía mundial que [hasta ahora] no se ha conseguido», explica el jefe del Gobierno.
La siguiente conversación fue grabada en Villa Certosa, mansión del político en Cerdeña: «Fuí a Finlandia y me enseñaron una cosa…una iglesia de madera decadente. Aquí tenemos 40.000 parques históricos, 3.500 iglesias, 2.500 sitos arqueológicos, lo que equivale al 52% de las obras de arte catalogadas en el mundo, al 70% de las de Europa».
«Esta es Italia», remata Berlusconi, primer ministro de un país cuyo Banco Central ha previsto un déficit superior al 5%, una deuda pública de 1.752 billones de euros (la más alta de Europa), una reducción de ingresos fiscales por 4.500 millones euros en un año y una tasa de paro del 7,9 %.

sábado, 18 de julio de 2009

Un cómico quiere liderar la izquierda italiana contra Berlusconi

Público, 12 de julio de 2009


Un cómico quiere liderar la izquierda italiana contra Berlusconi

Beppe Grillo arremete contra los líderes progresistas y asegura que luchará por la secretaría general del Partido Demócrata

D'Alema, Franceschini, Fassino, Veltroni y... ¿Grillo? La izquierda italiana, aquella que va de las siglas más ortodoxas de Refundación Comunista hasta los movimientos sociales promovidos por intelectuales o artistas como Flores D'Arcais o Nanni Moretti, ha vuelto a sorprender a propios y extraños con la irrupción en escena de Beppe Grillo.

El actor y cómico italiano, conocido por su poder desengrasante y corrosivo no sólo con Silvio Berlusconi y la derecha cohesionada en torno al Cavaliere sino también con una izquierda que no levanta cabeza, ha decidido afiliarse al Partido Demócrata (PD) e inscribirse a las elecciones primarias de la formación resultante de la fusión entre los poscomunistas de Demócratas de Izquierda y los centristas de La Margarita.

Grillo, un ácido y polemico showman con fama de tocapelotas, dejó escrito en su blog —uno de los más leídos e influyentes de Italia— el motivo de su salto a la arena política. "Desde la muerte de Enrico Berlinguer, en la izquierda sólo existe el vacío. Un vacío de ideas, de propuestas, de valentía, de hombres. Una izquierda sin programa, sólo presente en las administraciones locales, callada ante la militarización de Vicenza y la introducción de las centrales nucleares. Un monstruo político".

Su intención de arrebatarle a los hombres fuertes del aparato la secretaría general del PD, que fracasó en las últimas elecciones con Veltroni al frente, podría parecer una boutade. Sin embargo, la prensa italiana le ha dado crédito y ya lo anuncia como el cuarto candidato a liderar la formación, un puesto al que también aspiran el actual secretario, Dario Franceschini, el ex ministro Pierluigi Bersani, el senador Ignazio Marino y el periodista Mario Adinolfi.
Un izquierdista crítico con la deriva de la izquierda

Grillo, al igual que antes lo había hecho Nanni Moretti, es uno de los artistas italianos que siempre han prestado atención a la situación política de su país y, en especial, a la tortuosa evolución de la izquierda. Inflexible con los políticos corruptos, él también ha repartido estopa a diestra y siniestra, aunque en esta ocasión ha sido especialmente duro.

Así, ha dicho que la izquierda "ya no es un sujeto político, sino empresarial y fascinado por su doble berlusconiano". Por eso, quiere refundar un movimiento que "le ha quitado a este país toda esperanza de oposición" y le ha "regalado las televisiones a Berlusconi y el indulto a los italianos".

El programa de Beppe Grillo incluye la "restitución de la dignidad a la República con la aplicación de las leyes populares del Parlamento Limpio y una información libre con la retirada de las concesiones televisivas de Estado a cada sujeto político, a partir de Silvio Berlusconi".

Es la única forma en su opinión de destronar a Berlusconi, pues considera que el Partido Demócrata está vendido y que, hoy en día, es "una colección de carnés y distintivos, una galería de almas muertas preocupadas por permanecer en el poder". De ahí, la propuesta que acaba de lanzar desde su púlpito virtual. Todo sea por "ofrecer una alternativa a la nada".

martes, 14 de julio de 2009

"La marea está subiendo": Italia despierta del sueño berlusconiano

El Plural, 21 de junio de 2009


"La marea está subiendo": Italia despierta del sueño berlusconiano

“He decido fundar un partido. Si no entro en política acabo en la cárcel o me arruino”. La frase es de Silvio Berlusconi, allá por 1993. Dieciséis años después, el ahora primer ministro italiano vuelve a asomarse al abismo. Hasta ahora, nada le había erosionado: ni sus evidentes relaciones con la mafia, ni su imperio fundado sobre sobornos y corrupciones, ni su patente falta de respeto por la Constitución. Impasible ante todo. Hasta que llegaron las prostitutas y se empezó a hablar de cocaína.

Así es Italia. Y, quizás, no se diferencie tanto de España. Aquí, el caso Gürtel parece haber dado más votos que castigos al partido implicado y nos escandalizamos por los trajes de Camps con ceñidores de importación, cuando lo que debería asustarnos es la arbitrariedad con la que se puede haber repartido el dinero de todos entre los amigos de unos pocos.

Nada de nada
Marcello Dell’Utri, mano derecha de Berlusconi y cofundador del partido Forza Italia, fue condenado en 2004 a nueve años de cárcel. No pasó nada. David Mills fue condenado hace un mes por recibir sobornos de Berlusconi para mentir a su favor en un juicio. No pasó nada. Berlusconi modificó la ley para ser inmune ante los tribunales, o para mantener su monopolio televisivo y no ceder licencias. Nada de nada.

Miedo a la cocaína
Sin embargo, todo el país tiembla con unas fotografías subidas de tono de las fiestas privadas de Berlusconi. La hecatombe llega con las confesiones de cuatro jóvenes que dicen haber cobrado por pasar la noche con él y la Fiscalía de Bari le investiga por “inducción a la prostitución”. Y la puntilla puede llegar esta semana, si se confirman los rumores de que la cocaína también podría formar parte de ese peligroso cocktail lúdico-festivo.

La moral vaticana
Lo explicaba hoy Miguel Mora en El País, a través de una profesora romana y votante de Berlusconi: "La moral vaticana soporta machismo, cuernos y menores de edad; puede envidiar las fiestas con 25 velinas, admitir la corrupción e incluso los ajustes de cuentas. Pero los italianos jamás tolerarían que el nombre de un primer ministro se asocie con las drogas".

Alerta desde el posfascismo
Finalmente, da la impresión de que los italianos hayan despertado de un sueño profundo. Gianfranco Fini, presidente de la Cámara de los Diputados y antiguo presidente del partido posfascista Alleanza Nazionale ha alertado de que "está en peligro la confianza del pueblo en la política y las instituciones". Resulta irónico que sea un antiguo nostálgico del fascismo quien dé la voz de alarma sobre el peligro que corre en Italia la democracia, pero es que Fini, ante una escuálida izquierda, se ha convertido en la única oposición cabal a Berlusconi. Interna, pero oposición.

Plaza cerrada
Más allá de las críticas políticas, el sentimiento está en la calle. Se ha ironizado con que Berlusconi había inventado el formato “plaza cerrada”, con mítines a los que sólo lleva a sus acólitos para que le jaleen. Pero ya no funciona. Esta semana fue abucheado en uno de estos actos por un centenar de personas: “¡Vergüenza!, quedáis sólo pobres comunistas”, les respondió Berlusconi a “estos analfabetos de la libertad”. Luego aseguró a su público que quienes le gritaban estaban “encabronados porque se despiertan por la mañana alegres, pero luego se dan cuenta de que tienen que ir a trabajar, se miran en el espejo y se fastidian la jornada”.

Sube la marea
Beppe Grillo (Pepito Grillo) es un cómico que se ha convertido en un icono de la crítica al poder desde su blog Vaffanculo (sobra la traducción). El otro día fue invitado a hablar ante una comisión del Senado y no se mordió la lengua: “Este Parlamento no tiene nada que ver con la democracia. Seis personas han elegido quien debía ser diputado o senador. (…) Queridos miembros de la comisión, sois ilegales, inconstitucionales y antidemocráticos. Por respeto a vosotros y a los italianos, deberíais dimitir ahora mismo”. Grillo sintetizó su intervención en una frase que refleja la situación mejor que mil periódicos: “Ahora queréis limitar el derecho del ciudadano a ser informado. Yo sólo os digo una cosa: la marea está subiendo”.

viernes, 10 de julio de 2009

La calle evalúa a Berlusconi

El Periódico, 30 de junio de 2009


La calle evalúa a Berlusconi

El tema sale siempre. A veces con ganas, otras con fastidio. En la ciudad, como en el país. En los trenes que llevan hasta aquí, en los bares, en los corros de los pórticos de esas ciudades, todavía latinas, del norte. «Son trolas de la prensa», «Con tanto barullo algo debe haber». «¡Qué vergüenza!» «¡Qué asco!». Fabio, camarero en un bar cercano a la estación, tiene su teoría: «Berlusconi trabaja mucho, no tiene tiempo para nada y concentra en la noche lo que no pudo hacer de día, ¿qué mal hay?». Una clienta sobre los treinta le apoya desde otra óptica. «¿Qué veinteañera se va con un setentón sin hacerse pagar?». Bolonia, la roja, sea, tal vez, más crítica que otras ciudades.

Antonio, un amigo, vive con esposa y sus dos hijas en la treintena, en el paro. Antes de la cena, siguen el informativo del canal uno de la RAI (dirigido por un exempleado de Berlusconi), que no para de transmitir desmentidos sobre una noticia que no ha dado nunca, de manera que si fuera por esta emisora los telespectadores tendrían un lío en la cabeza. «Este tío me caía bien, ahora no», apunta la más joven. «Un cargo público no se comporta así», comenta la mayor. «¿Qué modelo puedo proponerles?», pregunta el padre.
Las peluquerías son un buen termómetro. «Por mí que haga lo que quiera, lo importante es que no repercuta en su cargo», afirma categórica Elvira, tijeras en mano. «¡Por Diós! Veinte chicas que podrían ser sus hijas…», dice María sacando la cabeza del secador. «¡Que bien que te habría gustado, tía!», le espeta sarcástica otra. Miran al cronista, consternadas: «Si lo hubiese hecho a la chita callando…esta ostentación no ha gustado». Autobús 23, dos jóvenes, con un diario gratuito en la mano. «Es un cerdo», «Te equivocas, un listo, pueden ser sus hijas», «Pero no lo son», «Es el jefe del Gobierno», «Envidia podrida, ¿acaso se chismorreaba sobre los de antes?».

Levantan la voz: «¿Has visto la imagen que estamos dando de Italia en el extranjero?», «No es la de Italia, es la suya, ¿alguien puede reemplazarle?». Interviene una pasajera mayor. «Se ha pasado de rosca, chicos, demasiado…». Se apea. Un cura con sotana sale de la iglesia de san Petronio: «No me haga hablar». Se va.
Parada de autobuses en la estación ferroviaria, una quincena de personas esperando. «El tema ha cansado», dice la más joven. «Le han montado una treta», explican dos jóvenes. «Si le va la marcha…, pues allá él», dice el del maletín. «¡Que se vaya de una vez!», responde el taxista con pegatina comunista en el vehículo. Un conocido intelectual acepta charlar unos minutos. «Probablemente haya varios actores en este caso, pero la razón de fondo es que Europa está preocupada por la deuda italiana que sigue subiendo, con el riesgo de que el país quiebre y, de puertas hacia dentro, el capital está exasperado porque no cambia nada. Además están las mafias, verá como en los próximos días saldrán a relucir». ¿La perspectiva final?. «Ninguna, no hay reflexión ni crítica. Tampoco alternativa: si se votase, volvería a ganar. Italia se convertiría en la Argentina de Perón, esa es su verdadera fuerza».
El cronista se va, llevándose la complejidad de Italia.

jueves, 9 de julio de 2009

¿Qué ha hecho Italia para merecerse a Berlusconi?

La crónica de hoy, 26 de junio de 2009


¿Qué ha hecho Italia para merecerse a Berlusconi?

Titula The Times: “Italia se encuentra en estado de emergencia moral”; escribe The Independent: “Más allá de las fronteras de Italia, sería inconcebible que un líder se comporte como un emperador de la antigua Roma sin pagar graves consecuencias políticas”; por su parte, un punzante The New York Times se permite comparar las residencias de Silvio Berlusconi con la mansión de playboy, mientras, El País alerta que “la sombra de la cocaína planea sobre Berlusconi” y hasta el Financial Times advierte con rotundidad que el primer ministro “es un peligro para Italia”.

Son sólo algunos de los comentarios aparecidos en los últimos días en la prensa internacional sobre el escándalo que persigue a Silvio Berlusconi, desde que su mujer, Verónica Lario, denunciara públicamente que lo abandonaba porque estaba harta de que coqueteara con “velinas”, como se llaman a esas actrices y modelos de categoría B que acabaron en programas de variedad de los canales de televisión del magnate y que éste, en un claro insulto a la madurez democrática de los italianos, se atrevió a apoyarlas como candidatas de su partido al Parlamento Europeo.

Ninguno de los graves comentarios arriba mencionados están fuera de la realidad, empezando por la bajeza moral del mandatario, quien ofendidísimo con su todavía mujer llegó a exigirle una disculpa en público por haberle llamado “emperador rodeado de chicas para su divertimento”; “y aún así —remató Berlusconi— no sé si la perdonaré”. Su falta de respeto a la mujer con la que convivió casi 30 años y le dio tres hijos, llegó al extremo de recurrir a su sumiso conglomerado de periódicos, revistas y televisoras para manchar su honor, acusándola de ser ella la que rompió el matrimonio al cometer adulterio.

Creyó Berlusconi, efectivamente, que era intocable y que él, que fue capaz de maquillar las cuentas de sus empresas para pagar menos al fisco y, cuando empezó a ser investigado, compró a un testigo para que mintiera en juicio a su favor; que fue capaz de inventarse leyes para arroparse descaradamente de inmunidad y que fue capaz de manipular sus medios de comunicación para ocultar denuncias en su contra y atacar a sus adversarios, volvería a salirse con la suya. Lo cierto es que los italianos lo han ido perdonado pese a esta acumulación de casos de corrupción y le han otorgado a su partido derechista cómodas victorias electorales, al tiempo que seguía siendo bendecido por el cuarto poder: la Iglesia (en el resto de las democracias occidentales el cuarto poder sería la prensa, pero en Italia está casi toda controlada o sometida al primer ministro).

Todo esto, hasta ahora, hasta que aparecieron las escandalosas fotos de chicas, casi adolescentes, en las fiestas que montaba en la residencia oficial del primer ministro en Roma y en su villa veraniega en Cerdeña. Y todo empezó por incumplir Berlusconi la promesa de ayuda económica que hizo a Patrizia D’Addario, una prostituta de lujo que, despechada, declaró haber sido parte de “harenes” donde el mandatario era “el único jeque”, y de haber cobrado por quedarse de noche en sus casas, reconvertidas en mansiones playboy.

La bola de nieve no ha parado desde entonces y en los juzgados se acumulan declaraciones, fotos y cintas de video aportadas por algunas de las chicas reclutadas por el hasta ahora único imputado, el empresario Gianpaolo Tarantini, amigo del mandatario y acusado de proporcionarle las chicas para las fiestas y al parecer también la droga.

Son demasiados escándalos para que pueda ser digerido al menos por la clase media y alta italiana que se confiesa católica.

Pero Berlusconi está tranquilo y no sólo por la sangrante ausencia de un verdadero líder opositor que ilusione a los italianos que repudian a Berlusconi. Ayer, risueño y confiado, dijo: “No cambio, los italianos me quieren así”. Y debe ser cierto a tenor por lo ocurrido momentos antes, cuando en una visita a las obras de reconstrucción en L’Aquila dijo a los obreros: “Si todo va bien les traigo bailarinas, a las menores, porque de otro modo nos tomarán por homosexuales”.

¿Quieren saber ahora qué se merecen los italianos el primer ministro que tienen? Basta con oír la respuesta que le dio uno de los obreros a Berlusconi: “¡Traigas a las chicas y nosotros nos las llevaremos a casa!”

lunes, 6 de julio de 2009

Belcebú

El País, 29 de noviembre de 2008


Belcebú

El otro día vi "Il divo", la película de Paolo Sorrentino dedicada, como reza el subtítulo, a la "vida espectacular de Giulio Andreotti". No sé qué acogida tendrá aquí, cuando se estrene, pues a pesar de los paralelismos que frecuentemente se establecen entre España e Italia, la mirada de ambos países sobre sus respectivos pasados es muy diferente. A mí la película me gustó, dotada de una fuerte personalidad estética que en algunos momentos me recordaba a Fellini e incluso a Buñuel. Con un lenguaje muy distinto al de la también reciente Gomorra, de Matteo Garrone, ambas tienen en común la valentía y la recuperación del buen cine político italiano.

En Il divo el protagonista absoluto es Andreotti, un personaje al que sigo con mucha atención desde que viví en Roma por los años en que asesinaron al otro gran protagonista de la película, casi invisible éste, Aldo Moro. La reciente historia italiana está marcada por asesinatos difíciles de olvidar y que siguen marcando la aparentemente tragicómica vida política de la era Berlusconi: la oscura muerte de Pasolini; los atentados mafiosos contra el general Della Chiesa y el juez Falcone; el suicidio de Calvi, el banquero de Dios, en un puente del Támesis, y por encima de todos, la ejecución del primer ministro Aldo Moro por parte de las Brigadas Rojas tras un angustioso secuestro de varias semanas, un asesinato que cambió el rumbo de la política italiana.

Ninguna de esas muertes -ni siquiera, en su momento, la de Pasolini- pareció ajena a Andreotti. El siete veces jefe del Gobierno italiano fue acusado, por sus complicidades con la Mafia, de estar detrás de los homicidios cometidos contra Falcone y Della Chiesa, y también, por sus connivencias con la Santa Sede, a la que quiso encubrir, fue señalado como instigador del suicidio del banquero Roberto Calvi, un suicidio con todas las trazas de ser involuntario. Sin salir de la Ciudad del Vaticano, y apuntando a lo más alto, no faltó quien lo colocara en la senda del supuesto asesinato del papa Juan Pablo I, como de manera elíptica, aunque suficientemente explícita, se encargó de mostrar Coppola en uno de los episodios de El padrino.

Para muchos estas y otras sangres italianas cayeron sobre la cabeza de Andreotti en las tres últimas décadas del siglo XX. Sin embargo, por ninguna de ellas sufrió más reproches que por la sangre de Aldo Moro, su compañero en el partido democristiano y su rival ideológico dentro de esta formación. Los asesinos, claro está, fueron los brigadistas rojos, que llegaron así al capítulo final de su delirio revolucionario, pero a Andreotti se le reprobó desde el principio por no poner los medios que tenía a su alcance al servicio de una negociación que hubiera podido salvar la vida del secuestrado. Los mismos familiares de Aldo Moro nunca perdonaron su actitud pese a que, años después, sí perdonarían a los ejecutores materiales del magnicidio que habían mostrado arrepentimiento.

Para una buena parte de los italianos, Andreotti siempre estuvo, por tanto, en el tenebroso centro del huracán. De ahí que los periódicos, sobre todo los contrarios, naturalmente, le dedicaran significativos apodos: El Papa Negro, El Maligno, Belcebú y una larga lista de nombres más inquietantes que peyorativos. No obstante, Andreotti también recibía otros apelativos menos duros, como El Astuto, o directamente cariñosos, como El Divino Giulio. Gozaba y goza de tantos apelativos distintos que, incluso en la actualidad, cuando alguien cita su sentencia más famosa -"el poder corrompe especialmente a quien no lo tiene"-, siempre se hace difícil averiguar si la referencia se apoya en la condena o en la admiración.

Esta suprema y turbadora ambigüedad del personaje creado por Andreotti para sí mismo, y refrendado por los demás, es puesta de manifiesto agudamente por Paolo Sorrentino en Il divo. Podría casi asegurarse que el personaje Andreotti, con las manos espectralmente manchadas de sangre, adquiere perfiles shakespearianos si no fuera porque, negándose a desenmascararse, mantiene hasta el final la terca rigidez de una conciencia que ha permanecido inmutable a lo largo de 90 años de vida y 70 de poder.

Esfinge terminal, Andreotti, entre procesos y más procesos, y entre dudosas absoluciones, se niega a revelar siquiera una parte de su enigma y se limita a repetir machaconamente que él no cree en el destino, sino en "la voluntad de Dios". Una suerte de mantra con el que ha tratado de hechizar a la sociedad italiana con resultados no del todo desfavorables: pese a todos los indicios y acusaciones, pese a las confesiones de mafiosos arrepentidos, pese a los múltiples juicios, El Divino Giulio se ha escabullido siempre.

Belcebú es senador vitalicio. Como corresponde.

jueves, 2 de julio de 2009

Para Di Pietro, Berlusconi es un "erotómano"

La Nación, 27 de junio de 2009


Para Di Pietro, Berlusconi es un "erotómano"

ROMA. "Berlusconi está enfermo, es un erotómano. Pero el problema de Italia no es la erotomanía privada de Berlusconi. El problema de Italia es todo lo que hace Berlusconi y, sobre todo, todo lo que no hace, porque se ocupa de sus asuntos privados en lugar de ocuparse de las cuestiones públicas."

Habla como un torrente el famoso ex fiscal anti-corrupción Antonio Di Pietro, que al frente del partido Italia de los Valores - uno de los ganadores de las últimas elecciones europeas al duplicar con el 8% su caudal de votos - se ha convertido en la única voz opositora y antiberlusconiana de la Italia de "papi".

En una entrevista con La Nacion, en su despacho de la Cámara de Diputados, el ex fiscal Di Pietro, que en los 90 encabezó las investigaciones contra la mafia conocidas como Mani Pulite, denunció que Italia está atravesando una grave decadencia ética y moral. Directo como nadie, consideró que el premier italiano de 72 años, necesita de asistencia psiquiátrica, advirtió que la democracia del país corre peligro, pero descartó que el sexgate italiano pueda provocar la caída del gobierno de Silvio Berlusconi.

-¿Qué piensa de los escándalos de chicas pagadas, sexo y fiestas que salpican a Berlusconi?

-El Berlusconi privado y el Berlusconi público constituyen ambos dos anomalías. La anomalía privada se refiere una persona que evidentemente no sabe envejecer y que probablemente necesita asistencia médica.

-¿Asistencia psicológica?

-Más bien psiquiátrica. Yo creo que Berlusconi está enfermo. Es algo que a cualquiera le puede ocurrir. La erotomanía de Berlusconi creo que es consecuencia de un estado de impotencia mental. Esperemos que algún médico, algún amigo, pueda ayudarlo a envejecer mejor. Pero el problema de Italia no es la erotomanía privada de Berlusconi. El problema de Italia es todo lo que hace Berlusconi y, sobre todo, todo lo que no hace porque se ocupa de sus asuntos privados en lugar de las cuestiones públicas. El problema del país es que esta política de sólo anunciar y no hacer, esta política solamente publicitaria, de palabrerío y no de hechos, está empobreciendo cada vez más a las familias, está reduciendo cada vez más las posibilidades de una reactivación económica, está destruyendo el Estado de derecho y está atentando contra el Estado democrático.

-Como ex magistrado, ¿cómo ve la investigación que está llevando adelante la fiscalía de Bari? ¿Cree que se trata del principio del fin de Berlusconi? ¿Puede llegar a caer?

-No, es un error pensar eso. ¡Ni lo sueñe! Berlusconi no entró en política porque le guste la política. Yo lo vengo diciendo desde 1994: Berlusconi se metió en política por motivos judiciales. Cuando Berlusconi se dio cuenta de que las investigaciones por corrupción de mani pulite avanzaban y de que podían acabar totalmente con él, se inventó una tercera vía procesal.

-¿Cuál?

-Hasta que él llegó, había dos vías procesales. Por un lado, estaba el imputado que, ante una acusación, se presentaba ante el magistrado, era juzgado y aceptaba las consecuencias. Por otro lado, estaba el imputado que, al enterarse de los cargos contra él, armaba la valija y huía a América latina... Berlusconi se inventó una tercera vía: entra en política; a través del control de la información consigue ser elegido primer ministro; nombra parlamentarios a sus empleados, a sus acólitos, a sus cómplices y a sus abogados, y se hace leyes para evitar ser procesado. Dicho esto, y dado que la principal ley que Berlusconi se hizo para evitar ser procesado es el llamado lodo Alfano (que concede inmunidad judicial a los cuatro principales representantes del Estado italiano) y que éste sólo le garantiza dispensa procesal mientras sea primer ministro, no puede dejar de ser primer ministro porque si lo hiciera, mañana mismo sería procesado. Así que hasta que no prescriba el delito de corrupción por el cual Berlusconi pagó 600.000 euros al abogado inglés David Mills para que prestara falso testimonio a su favor en dos juicios, y del que hay pruebas, Berlusconi no podrá dejar de ser primer ministro.

-Lo sorprendente es que si se convocara ahora mismo a elecciones generales en Italia, todo indica que Berlusconi las ganaría... ¿Cómo se explica?

-Se explica porque Italia está atravesando una grave decadencia ética y moral. Lo que a mí y a mi partido más nos preocupa no es Silvio Berlusconi, sino el Berlusconi que se infiltró dentro de cada ciudadano italiano. Nos preocupa que haya un modelo berlusconiano. Se trata de un modelo seductor y atractivo que se basa en la ley de la jungla: el más fuerte se come al más débil, el que menos escrúpulos tiene es el que triunfa, el más astuto, el más criminal y el más determinado es el que pasa la selección natural. Y eso en un país en el que cada uno piensa que le está permitido hacer lo que quiere, incluso pisotear los derechos de los que son distintos. Porque el berlusconismo renovó en Italia el odio racial. El modelo berlusconiano es fascista, racista, piduista (con conexiones con la famosa logia masónica P2) y xenófobo.

-¿El hecho de que Berlusconi siga disfrutando de un amplio consenso en Italia es consecuencia de su enorme poder mediático?

-Totalmente. La opinión pública se forma a través de las informaciones que recibe. Y la opinión pública italiana ha sido martillada durante años con una deformación informativa según la cual la culpa de las cosas que suceden es de la magistratura y no de los delincuentes, que los problemas económicos y la desocupación se deben a que no se les permitió a los empresarios hacer lo que les daba la gana? En resumen: en Italia rige una desregulación moral que, poco a poco, se extendió por todas las regiones y ha implicado a todas las generaciones.

-El hecho de que, fuera de Italia, Berlusconi sea un personaje muy desprestigiado mientras que dentro de su país no lo es, ¿cree que es resultado de su control mediático?

-Absolutamente. Esta entrevista, por ejemplo, la leerán los lectores de su periódico. Pero aquí, en Italia, una entrevista como ésta yo no puedo hacerla, porque nadie me la publica. Me tengo que conformar con dejar constancia de lo que pienso a través de mi blog ( www.antoniodipietro.it ).

miércoles, 1 de julio de 2009

Un caballo

El País, 14 de junio de 2009


Un caballo

Maquiavelo le dio al príncipe este consejo: si no eres amado, sé al menos temido. Tratándose de Berlusconi hubiera podido añadir: si no te aman ni te temen, procura al menos que te envidien, porque la envidia de la plebe es también una fuente de poder. Pero Berlusconi no recuerda en nada a un príncipe renacentista. En realidad ni siquiera es un político, sino un exhibicionista en la cumbre de una riqueza absoluta y que encima es italiano, lo cual le permite todos los caprichos, incluido el de la política, sin que ésta le imponga la obligación de ahorrarse un solo placer. Como le sucedía a cualquier emperador romano, a este Heliogábalo le basta con alargar la mano para que un servidor deposite en ella la fruta más deseada. Puedes imaginarlo recostado en un triclinio con un racimo de moscatel engarzado en la oreja y a la azafata favorita ofreciéndole uvas una a una con la boca. Cuando el dinero alcanza un determinado nivel, la fortuna se convierte en mando. Berlusconi ha tenido la habilidad de transferir este principio monetario a la política sin abdicar del privilegio del que gozan todos los multimillonarios. A los antiguos romanos les parecía lógico que el emperador participara en las bacanales, rodeado de patricios. Desde la decadencia del imperio los italianos llevan en el ADN el impudor del lujo unido al fervor de vivir, y sin duda serán pocos los que no sueñen con participar en las fiestas que Berlusconi ofrece en su villa de Cerdeña a sus amigos con bacantes desnudas en las tumbonas. Unos le admiran, otros le envidian, y aunque lo imaginen durmiendo con la redecilla en el pelo y el frasco de la viagra en la mesilla de noche, le votan, porque en el fondo este multimillonario desinhibido no hace sino sublimar impúdicamente la frustración de mucha gente. Berlusconi se quita de encima cualquier ley que le moleste como el que se aparta de la nariz una mosca pegajosa. A Séneca no le parecía reprobable que Nerón cantara y tocara el arpa mientras Roma ardía, sino que desafinara. El problema consiste en creer que Berlusconi es un cavaliere. Se trata sólo de aquel caballo, al que Calígula había nombrado cónsul y que ahora corre desbocado por las galerías y escalinatas de Italia.